sábado, marzo 06, 2021

 Han pasado unos cuantos añitos desde la última vez que te visité, querido blog. No sé ni cómo, pero he llegado aquí. Puro milagrito.

Y además de añitos, han pasado muchas cosas. Algunas muy tristes, la parte más importante de mi gente se ha ido al cielo, y otras alegres, pues la cigüeña nos visitó y nos trajo una preciosísima criatura para sustituir a los bisabuelos que se deben reir de lo preocupados que estamos por una criatura, ¡¡ellos que tuvieron siete!!.

Y seguimos..... que nos es poco. Con Covid que entró en casa aunque a mí no me pilló, también otro milagrito, y esperando con santisima paciencia que venga el pinchazo que nos permitirá vivir una vida parecida a la de antes, aunque lo dudo, porque esto no se nos va a olvidar tan fácil. Si siempre he tenido fobia -fobia de verdad- a los sitios cerrados, creo que no volveré a poner un pie en un cine o en un teatro, y por supuesto menos en una disco o bar de copas, que nunca me han gustado, ni cuando tenía 20 años. 

Ayer filosofaba yo sobre este asunto. Yo debia ser única persona del mundo que, siendo una chavalilla de 18 o 20 años, odiaba ir a esos antros. Que era yo un poco rara, decían. Pues sí, pero allí había unas luces que me molestaban, la gente fumaba tanto que luego te olia el pelo, la la ropa interior (¡qué fina soy!), había una música ensordecedora y, lo peor, venía un cretino que te miraba de arriba abajo, te evaluaba como si fueras una vaca en una feria de ganado, y te decía, ¿bailas?. Aquello era humillante, así que decidí que no volvía a ir con solo chicas. Si ibamos con pandilla mixta, aún aceptaba ir, pero solo chicas, ni hablar...... y aún me sigo acordando de aquella desagradable sensación.

El lunes es 8 de marzo. Hace años, en dicho día, yo me pasaba la mañana avisando que era el día de la mujer. Me miraban como si fuese una marciana. En mi época de sindicalista, (qué cosas he hecho yo, me da la risa cuando me acuerdo) empecé a poner unos carteles en el tablón de anuncios y el resultado era igual: ¿qué es esto?.

Bueno, ahora parece que la gente ya se ha enterado.

Y eso que a mí, eso de los días dedicados a algo me parece una solemne tontería, pero si es cuestión de hacer pública alguna reivindicación justa, pues adelante.  Aunque creo que no es cuestión de montar numeritos sean del orden que sean. Si la Constitución, además de la Declaración Universal de Derechos Humanos, habla de la igualdad entre hombres y mujeres, el cumplimiento del mandato no debe ser reclamado a gritos en las calles. Es una obligación estatal su cumplimiento estricto. 

El problema real es que la educación que se recibe, y no me refiero a la reglada que en esto lo están haciendo bien, es patética. Estoy pensando en los usos familiares. Cuando escucho los comentarios que oigo por la calle dirigidos a niñas y los niños pequeños. Mientras esas palabras no se emitan en términos igualitarios, seguiremos con la consecuente falta de igualdad. Somos nosotros, los padres y las madres, los grandes culpables. Y lo digo como lo siento.

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